Miguel Canino, presidente de Escuelas Católicas de Andalucía, ha demandado en su intervención en la ‘Comisión de estudio sobre la recuperación económica y social a causa de la pandemia del Covid-19 del Parlamento de Andalucía’ que la recuperación postpandemia comience por los más vulnerables y por los que más han padecido esta crisis: “alumnado con situaciones familiares de riesgo, con necesidades educativas especiales o con mayores dificultades de aprendizaje, o incluso aquellos desconectados del mundo digital”. Para ello, el presidente de ECA mostró su plena disposición para el diálogo: “pueden contar con nosotros y nuestra predisposición”.
Canino, por ello, ha defendido la necesidad de centrar los esfuerzos en potenciar las medidas de refuerzo educativo y ha expuesto algunas medidas concretas ya presentadas por nuestra organización, que aglutina al 70% de la educación concertada andaluza con más de 400 colegios concertados y 225.000 alumnos: “Entre ellas, prestar atención a la delicada situación que atraviesan las Escuelas Hogar”, una estructura educativa que atiende al alumnado más desfavorecido y en riesgo y a las que el impacto de esta crisis ha afectado de manera considerable y ha acentuado la inestabilidad de un sector sometido a una serie de medidas administrativas que no siempre responden a sus particularidades. “Contamos con la buena disposición de la Consejería de Educación, pero necesitamos avanzar hacia un modelo de gestión sostenible que asegure la continuidad y estabilidad de estas Escuelas”.
Miguel Canino, reconociendo que el orden de prioridades fija de manera preferente la lucha contra la pandemia, también mostró su preocupación en cuestiones relativas a la financiación de la escuela concertada que estaban sobre la mesa antes de la crisis del COVID19: la más que necesaria actualización del módulo de conciertos, los recursos destinados a la atención a la diversidad, las líneas quebradas, el concierto de bachillerato, la adaptación a la jurisprudencia de la normativa para los servicios y actividades complementarias, las horas de función directiva o de proyectos más concretos como la FP Dual. “Entendemos que los recursos disponibles no son ilimitados pero no sería bueno dejar pasar el tiempo sin abordar estas cuestiones. Por eso reclamamos un esfuerzo para que la educación concertada no sufra un trato diferenciado ni que haya alumnos y familias de primera y segunda categoría”.
El presidente de ECA también reclamó “mayor autonomía organizativa y pedagógica de los centros educativos concertados”, refiriéndose especialmente a propuestas normativas como las instrucciones sobre el currículo de Primaria y Secundaria o el proyecto de orden sobre actividades y servicios complementarios. “No significa arbitrariedad, ni falta de rigor o deseo de incumplir la normativa; significa atender a las particularidades de cada centro y sus destinatarios, de cada contexto local. No hay que tenerle miedo a esta autonomía y sí confiar en los buenos profesionales educativos que tenemos y en los equipos directivos de los centros, que saben adaptarse y dar las respuestas más adecuadas en un contexto que ellos conocen mejor que nadie”, indicó Canino.
En cuanto a la planificación del próximo curso, el presidente de Escuelas Católicas de Andalucía solicitó “coordinación” entre las diferentes administraciones educativas del Estado y diálogo con todos sectores y miembros de la comunidad educativa. “Estamos convencido de que es mejor caminar un poco más despacio pero juntos que avanzar por caminos supuestamente más eficaces pero que rompen el consenso”, añadió.
En este sentido, y en previsión de un curso 20-21 alejado de lo convencional, también abogó por continuar desarrollando las competencias digitales en el alumnado y la formación del profesorado, “sin sustituir nada de lo que consideramos esencial, como son el valor de la presencia y la cercanía educativa”.
Por último, Miguel Canino quiso mostrar su reconocimiento y gratitud a todos los que, de una u otra manera, han contribuido a superar la primera fase de la crisis, sin olvidar a los profesionales del ámbito educativo, tanto del sistema público como del concertado. “De manera particular, debemos reconocer el esfuerzo de los equipos docentes, que, de un día para otro, tuvieron que afrontar un cambio sustancial en su trabajo pasando de lo presencial a lo digital, con las limitaciones propias de una situación imprevisible”. Asimismo, también agradeció la labor y desempeño de los equipos directivos “por pilotar un cambio de ruta inesperado”, la implicación del personal no docente, “que ha dado la talla ante situaciones tan singulares como un proceso de escolarización inédito” y por supuesto a las familias, a las que esta situación “ha colocado como agentes activos en los procesos de enseñanza y aprendizaje de sus hijos”.